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La infertilidad y la reproducción asistida son situaciones muy duras desde el punto de vista psicológico y que conllevan una fuerte carga emocional.

El impacto psicológico de la Reproducción Asistida

La presión psicológica, aunque para cada persona supone una percepción diferente, puede venir de varias situaciones o ámbitos, entre los que se encuentran habitualmente los siguientes:

Presión social

Aún no aceptamos que una mujer y, sobre todo, una pareja, no tenga hijos, nos puede la curiosidad de saber qué extraño motivo puede impulsarles a no tener hijos, y las preguntas, y aún más, los consejos en torno al tema son frecuentes.

Así pues, personas que están pasando por un problema de infertilidad, se ven sometidas a constantes interrogatorios sobre cuándo van a tener hijos, por qué no los tienen, y a indicaciones acerca de que se les va a “pasar el arroz” o sobre la conveniencia de tener hijos cuando se es joven.

Presión familiar

Esta presión es más dura porque además de soportar las mismas preguntas y consejos de la situación anterior, las personas infértiles frecuentemente se sienten culpables o en cierta manera responsables de que sus familiares no sean abuelos, tíos o primos. Sienten que están fallando a los deseos de sus personas queridas.

Presión de pareja

Los conflictos entre la pareja son habituales en las personas con problemas de fertilidad. A veces, la pareja tiene una manera diferente de afrontar la situación, de expresar las emociones o incluso puntos de vista diferentes en cuanto a decisiones importantes sobre qué tratamiento de fecundación seguir o si se debería continuar o renunciar.

Por otra parte, el hecho de llevar tiempo buscando un bebé que no llega, puede cambiar la motivación en las relaciones sexuales. Además, está en juego uno de los proyectos en común más importantes que puede tener una pareja y eso es una fuente de tensión.

También cabe señalar que vivir esta situación juntos también hace que muchas parejas salgan fortalecidas.

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Presión económica

Cuando no se ha podido ser padres de forma natural y no se cumplen los requisitos para acceder a tratamientos de la sanidad pública (o ya se han consumido los intentos otorgados), existe la posibilidad de que la economía se convierta en un problema.

Los tratamientos de reproducción asistida tienen su coste y las personas que tienen una capacidad económica limitada no saben si van a ser capaces de costeárselo puesto que es imposible a priori saber cuántos tratamientos van a ser necesarios y si estos finalmente van a dar sus frutos.

Esta incertidumbre es una de las que genera más tensión tanto a nivel personal, como de pareja (si este es el caso).

Presión laboral

Los tratamientos de reproducción asistida, cuando se alargan en el tiempo, son difíciles de conciliar con el ámbito laboral, pues requieren una infinidad de pruebas y visitas médicas que parecen no acabar nunca.

Además, muchas de las pruebas de fertilidad o visitas deben realizarse un día determinado del ciclo, por lo que no es fácil elegir la fecha de la prueba, y a veces no se pueden planificar con antelación.

A esto hay que añadir que muchas personas no desean contar sus tratamientos en el ámbito laboral, por lo que el justificar las faltas al trabajo supone una tensión añadida.

Presión personal

Uno mismo se mete presión porque tiene un sueño no alcanzado y esto va a marcar la existencia de la persona, afectando incluso a su autoestima en muchos casos.

La persona infértil se percibe a sí misma como “incapaz” de traer hijos al mundo, algo que puede parecer fácil y natural en el resto de pe

rsonas, y eso le genera sentimientos de culpabilidad, frustración, ansiedad y en algunos casos depresión. Estos sentimientos se producen con mayor intensidad cuando los tratamientos se alargan en el tiempo y se empiezan a acumular los fracasos en el resultado.

Cabe destacar, que “un 76,8% de los pacientes que abandonan los tratamientos de reproducción asistida, lo hacen por presiones psicológicas en lugar de por un mal pronóstico médico” (Domar et al., 2010).

Por tanto, resulta conveniente recibir apoyo emocional y psicológico durante el tratamiento.

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