El laboratorio de FIV es una parte fundamental en el proceso del desarrollo embrionario de la fecundación in vitro. Allí, los embriones irán creciendo hasta lograr el estado óptimo para su implantación.
Crecimiento y desarrollo embrionario en el laboratorio
Tras la fecundación, los embriones van creciendo dentro del incubador durante 4 días sin salir de un entorno óptimo para ellos.
Los criterios que nos ayudan a seleccionar mejor los embriones se basan en parámetros morfocinéticos, es decir, comprobamos que se están dividiendo en el momento en el que se tienen que dividir, y en el número de células correspondiente a ese momento.
Entre el 5º y 6º día de desarrollo, los embriones alcanzan su fase más avanzada: el blastocisto. En ese estadío, el embrión ya no tiene la formación de células iguales o semejantes, sino que multiplica sus células, crece y se afina la zona pelúcida que lo rodea, pudiendo diferenciarse dos partes:
- Trofoectodermo: capa de células planas y alargadas que dará lugar a la placenta y tejidos extraembrionarios.
- Masa celular interna: cúmulo de células compacto que dará lugar al bebé.
En el interior del blastocisto, se irá formando el blastocele, un líquido acuoso que irá aumentando su tamaño y ejerciendo presión en la zona pelúcida, hasta romperla.
Es en ese momento cuando el embrión eclosiona y sale de la zona pelúcida para implantarse en el endometrio.
En el siguiente vídeo puedes ver perfectamente el proceso:
¿Por qué hay embriones que se bloquean durante su desarrollo in vitro?
No todos los embriones van a conseguir llegar a la formación final del blastocisto, ya que no tienen el potencial genético que les permita alcanzar ese estadío.
Sólo los mejores embriones podrán ir superando estas etapas hasta conseguirlo. No obstante, que un embrión se convierta en blastocisto no implica necesariamente que vaya a implantar o que vaya a dar un bebé sano, pero sí tienen mayor potencial que los embriones que se han ido quedando por el camino.
Cabe destacar que la morfología embrionaria y las anomalías cromosómicas, no van de la mano. Esto quiere decir que podría ocurrir que unos embriones con buena morfología en día 2 o día 3 de desarrollo, podrían no superar el día 3, y por tanto no alcanzar el estadío de blastocisto.
De hecho, incluso en casos de blastocistos de muy buena calidad, estos pueden estar afectos de algún tipo de anomalía cromosómica.
Por este motivo, utilizando la combinación de criterios morfocinéticos y criterios genéticos, se conseguiría alcanzar el nivel máximo de predicción de implantación, es decir, cuanto mayor sea la selección embrionaria, mayor será la probabilidad de implantación.
Aproximadamente entre un 30-40% de los embriones que fecundan tendrán potencial de llegada a blastocisto; uno de ellos será utilizado en la transferencia embrionaria y el resto serán vitrificados.
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